Iglesia Parroquial (pdf)
Pazo Abacial (pdf)
El templo de San Martiño es un edificio de película, tanto en el plano literal (arquitectónico)
como en el figurado. A principios de la década de 1980 fue elegida por el director de cine Jaime
de Armiñán para rodar una escena de la película “Lana hora bruja” (1985), protagonizada
por Concha Velasco, Francisco Rabal, Victoria Abril; también por Asunción Balaguer y Sancho
Gracia. El rodaje, que tuvo lugar en distintas localizaciones de la comarca (Mondariz,
Mondariz Balneario, Ponteareas, Covelo, Fornelos de Montes, etc.), se realizó también en el alto del campanario de la iglesia de San Martiño, donde Victoria Abril y Paco Rabal hicieron de
personajes principales de una escena amorosa.
En el Pazo Abacial de la parroquia, convertido en en prisión para la ocasión, y en los caminos de San Juan del Mosteiro se rodaron algunas escenas del largometraje “Pasión de María
Soliña”, la canguesa acusada en falso de brujería en 1621. La cinta, que dirigió Alfonso
Castaño en 2012, tiene la actriz Luma Gómez en el papel principal.
Por su extraordinario interés, transcribimos el informe técnico elaborado por Fontoira
Surís y Núñez Pascual en 1989 referido a la declaración como BICLa Comisión Territorial del Patrimonio Histórico-Artístico de Pontevedra acordó el 10.07.1990 trasladar a la Dirección General el expediente de incoación del expediente de declaración de BIC. Lamentablemente esta iniciativa,
como tantas otras, cayó en saco roto y el expediente nunca se tramitó por completo, de ahí que hoy en día,
incomprensiblemente, el conjunto formado por la iglesia de San Martiño y el Pazo Abacial sigan sin ser reconocidos los por la Xunta de Galicia como Bienes de Interés Cultural.
del conjunto monumental de San Martiño de Barcia de Neblina:
“Integrado por la iglesia parroquial, de proporciones grandiosas, y el singu
lar Pazo-Abacial, constituye, además de caso único en Galicia, la muestra
más relevante del patrimonio arquitectónico rural gallego, elevado durante
los siglos XVII y XVIII, gracias a la fe y faraónicos sueños de un pueblo, corto en
población y recursos, pero abnegado en sacrificios.
Perfectamente adaptado al ambiente del lugar y al delicioso entorno paisajístico que lo enmarca, está situado sobre una ladera, con orientación al mediodía, en el ayuntamiento de Covelo (Pontevedra),
dependiendo eclesiasticamente del Obispado de Tui-Vigo."
Vista aerea de la iglesia de San Martiño.
TRAYECTORIA HISTÓRICA.
La variada documentación consultada, perteneciente al siglo XIV, confirma que los
monjes bernardos de Santa María de Melón, al tiempo que ejercían el Patronato y Provisión, «fueron a coro señores feudales de la parroquia y Couto de San Martiño de Barcia
de Neblina y, por tanto, dueños de la Jurisdicción Civil y Criminal, mero y mixto imperio que
realizaban por medio de un Juez o Merino de su privativo nombramiento.»
Una conjunción de importantes factores físicos como la abundancia de aguas, suelos
fértiles, riqueza de pastos y bosques, más otros socio-económicos, tales como la or
ganización del regimen señorial y las transmisiones hereditarias, favorecieron el rápido des
envolvimiento del hábitat.
Ya en pleno siglo XIII la «villa» vio como se levantaba, al lado
de la antigua ermita “do Mosteiro”, bajo la advocación de Nuestra Sra. de la Asunción, un
«çeleyro» (almacén grande), para que el mayordomo de los cistercienses de Melón se recoge
después de las cogidas el «Quiñón» y otros tributos #deber a los monjes, en virtud
de alquileres, exacciones y foros. Destacamos como detalles curiosos, la gratuidad del
transporte a cargo de los pagadores y el condicionante de que mientras dicho mayordomo y acompañantes permanecían en Barcia de Neblina, llevando el control directo y administración de las posesiones en aquel área geográfico, era deber de los vecinos darles «de comer
y beber comunalmente».
Por las actas de las Visitas Pastorales de 11 de julio de 1528, 29 de septiembre de 1557 y 5
de octubre de 1566, podemos intuir el lastimoso estado que presentaba el viejo edificio
de la Iglesia Parroquial –humilde, oscuro y pequeño– con un tejado cubierto de paja debido a la
carencia de teja «la cumbrera dejaba traslucir la luz y la lluvia», «él arco triunfal acusaba peligrosas grietas», «en la nave era urgente la colocación de nuevas vigas», «procedía él encintado de muros y caleado de paredes interiores», «había que poner bancos para que
pudieran sentarse los nidos cuando iban a los Oficios», etc.
Mediante escritura de 4 de mayo de 1568, los monjes de Melón enajenaron a favor del
conde de Salvaterra, don García Sarmiento, parte del señorío y los vasallos de Barcia de Neblina,
la razón de siete mil maravedís cada uno con las loitosas y otros títulos de vasallaje,
entre ellos, el derecho a emigrar, previo pago de un censo (gabella emigrationis), re
servándose los vendedores anualmente cierta cantidad en metálico, «doscientos cuaren
ta y seis ferrados y un cuarto de centeno, trescientos sesenta y uno de maíz, treinta y una
gallinas y dos cuartillos de mantequilla», prestaciones que tendrían que abonar los foreros al
Merino, cada 11 y noviembre, fiesta de San Martiño, patrono titular de Barcia de Neblina.
También mantenían en el Coto la Jurisdicción Civil y Criminal necesaria para la guardia y conservación de sus bienes, así como hacer apeos con foros por renovación y despojos.
Este acto iba a tener grande trascendencia para el futuro desarrollo económico comarcal, pues cuándo en las postrimerías del siglo XVI (1564-1599) las malas cogidas, el hambre, la peste
asolaron la región, dicho Conde, que había servido muy eficazmente a Felipe II en la con
quista de Portugal (1580), no solo favoreció el fuerte movimiento migratorio cara Lisboa y luego
a Brasil, sino que, merced a su influencia personal facilitó a sus honrados
paisanos la incorporación a los gremios establecidos en las nuevas residencias, adquiriendo,
de inmediato, la condición de ciudadanos.
A partir de 1616 surge en Barcia de Neblina el fenómeno indiano, evidenciándose un
creciente auge en la vida parroquial. Y como exponente de ese progreso económico, nado de la
emigración triunfante, vemos consignados en los libros parroquiales, el fomento y prosperi
dad de las Cofradías, las donaciones de ornamentos y objetos litúrgicos, la inquietud por la mejora
y conservación de la iglesia, que también se hace extensiva a las ermitas de Sano Amaro,
Tres años más tarde (1675), el obispo Fray Simón García Pedrejón, dispone el ensanchamiento
del cuerpo de la Iglesia, por la parte de la Epístola a cuenta de los vecinos, «por en el caber éstos la la Misa». Se encarga de hacer los repartos y percibir su importe, el procurador general
de la feligresía Sebastián Fernández, que ante la demora en la entrega de caudales, es preciso
que el propio obispo lo requiera en 1677. Paralelo al saneamiento económico, se produce
el estudio racional de los difíciles problemas que las obras de ampliación proyectadas plan
telan, tanto en los aspectos formales como estructurales.
Vista la inviabilidad y falta de coherencia de la obra, se opta por la construcción de una nueva
Iglesia, más amplia, hermosa y movida de formas, de acuerdo con los aires estilísticos del
barroco santiagués.
La falta de Libro de Fábrica los impiden conocer datos fundamentales para historiar el
conjunto de Barcia de Neblina. Desde tiempo inmemorial (así queda registrado en 1625) los
reparos de la Iglesia es costumbre que los repartan entre sí los feligreses, «él rico cómo rico y él
pobre como pobre». A esto debemos añadir la ausencia de contratos, planos o recibos.
Únicamente los Libros de Cofradías nos permiten obtener datos importantes, ya que los de Visitas
o Mandatos por su redacción extractada, respeto a la ejecución de las obras, re
sultan nulos para el conocimiento de los suyos cuestes o identificación del nombre de los artífices
que en ellas dejaron impresas las huellas de sus genios artísticos.
Del análisis y valoración de los elementos arquitectónicos y el parco apoyo documental, po
dimos deducir claramente que los trabajos de reconstrucción de la nueva Iglesia Parroquial,
llevados a buen ritmo, comenzaron el año 1.676, siendo Abad, Don Antonio Pérez Rivera,
desarrollándose en dos etapas sucesivas, perfectamante individualizadas y con la inter
vención de distintos talleres, a juzgar por la calidad de viruta y estilo. La inicial, com
partida por el referido Abad hasta su muerte y continuada, a partir de 1690 a 1733, por el
Dr. Don Alberto Bello Barreyro, que ejerció el cargo de Abad durante 43 años y medio.
Él fue el verdadero motor y principal contribuinte a los grandes gastos de las obras. Había Nacido
en el lugar de Espiñeiro de la parroquia de Barcia de Neblina. Era hombre rico, al punto que
llegó a ostentar una Comisaría del Santo Oficio de la Inquisición del Reino de GaliciaTenemos constancia de que uno tal Pedro Tomedo, de 78 años de edad y residente en Barcia de Neblina, figura
en una “Relación de Familiares que al presente hay en él Reino de Galicia” vinculados con la Santa Inquisición datada
en el año 1641. Este listado está conformado por un total de 218 nombres (La .H .N. Sec. Inq. Leg. 2900). Por tanto,
hace falta deducir que Alberto Bello no fue el primero representante de la Santa Inquisición que hubo en nuestra
parroquia, aunque sí pudo ser el primer comisario
.
Falleció el 14 de julio de 1.733, habiendo testamentado el 26 de junio anterior, ante lo escribán de número,
Don Juan Estévez Gettino –Jurisdicción de las Astillas–, declarando haber constituido
fundación de vínculo, morgado y obra pía, ante Don Francisco de Castro, escribán de la
Jurisdicción de Salvaterra.
En el transcurso de aquella primera fase se irguió la Iglesia en casi su totalidad,
la excepción de las hermosas bóvedas de ricas claves y terceletes cubiertas, sacristía, conclusana
esta en 1740, durante la segunda etapa, por el sobrino del anterior Abad, igualmente
llamado Alberto, pero con los apellidos invertidos: Barreyro y Bello, que dejó grabado el
escudo de sus armas en las claves circulares situadas en los centros de las bóvedas que
rematan el cuerpo del crucero y la sacristía.
Armas de alberto Barreyro y Bello gravadas en la sacristía.
Nada se sabe del maestro de arquitectura, autor del conjunto monumental de Barcia de Neblina.
Indudablemente es un compostelano de escuela, pero no nos atrevemos la aventurar
un nombre, porque en esos momentos son varios los de probada calidad que brillan con
luz propia en la urbe santiaguesa, siguiendo los dictados de Domingos de Andrade. El que sí
queda palmariamente demostrado es que en estas obras no tienen participación alguna
los monjes de Melón, como reiteradamente se ha mantenido.
Retablos
Cuando aún no habían finalizado las obras de fábrica de la iglesia parroquial de Barcia de Neblina,
las hermandades de las Benditas Ánimas del Purgatorio y la de Nuestra Señora del Rosario,
impulsadas por el abad, Dr. D. Alberto Barreyro Bello, decidieron el 5 de julio de 1739
contratar con el Maestro de Arquitectura y Escultura Francisco Alonso de Castro, vecino del
Porriño, la construcción de dos retablos «por él precio de tres mil seiscientos seis reales
de vellón. Y por la miseria de los tiempos y años calamitosos en el poder los cofrades de dichas
Cofradías costear tal cantidad acordaron que se saque de todas las tres cofradías
–Santísimo Sacramento, Ánimas y Nuestra Señora– todo lo que se pueda, quedando
en se las es lo que sea necesario para los menesteres y gastos comunes; y la que faltase
se saque la fiado hasta que haya efectos para poder pagar todo lo que así se sacase.»
La referida Hermandad de Ánimas, constituida en 1673, tenía desde 1676, con carácter
provisorio, en la «Capilla Nueva», una tarima y sobre ella, una tabla pintada alusiva al
Purgatorio, para promover la devoción de los fieles.
Era el maestro Alonso de Castro, firme valor dentro del panorama retabilístico gallego, donde
dejó abundantes trabajos. Tres años antes había culminado el famoso «Altar de las
Reliquias» en la S.l. Catedral de Tui. Ocupa el Retablo de Ánimas toda la pared testeira
del muro penitenciario del brazo Norte de la cruz. De estilo plenamente barroco, está realizado en
madera de castaño y en él deja constancia Alonso de Castro de su madurez y alta
calidad artística, tanto por su prolífica y depurada labor decorativa, la base de rocallas
o sartas de carnosas hojas y flores, como en la compositiva, siempre buscando la línea del
movimiento en planta y alzado. Se eleva este altar sobre rica base y mesa minu
ciosamente decorada con labores de talla y pintura. Consta de predela, cuerpo único y amplio
ático, presentándose dividido por tres calles separadas mediante estípites exentas
y ascendentes enriquecidas por variada decoración vegetal.
La calle central, completamente ocupada por una cruz de anchos brazos, tiene como fondo,
pintado sobre tabla, el paisaje urbano de la Jerusalén Celestial, visto desde el Gólgota y
iluminado con la luz de las tinieblas. Enmarcada en la mencionada Cruz, figura tallada la estatua
del Salvador, de tamaño natural y bellamente ejecutado, conjuga el efecto de dignidad
con la dulce felicidad del sueño eterno. A los pies del Crucificado, ocupando la parte central
de la predela, tallada en medio relieve, encontramos la tabla representativa del Purgatorio
en su iconografía habitual: entre llamas nítidas, sin distinción de clases, las almas
ellos purifican sus pecados antes de disfrutar la bendición inmortal en el Cielo. En las calles
Los costados están alojados en hornos de medio punto, sostenidos por elegantes
sulas, las estatuas de San Juan Apóstol y la Virgen Dolorosa, vestidas con un rico manto
negro, adornado con parches bordados en oro, en el que lleva las siete espadas
clavado al corazón, hecho de plata dorada. Lleva una delicada tela blanca entre sus
sus manos y cabeza tocadas por una diadema de plata, provista de rayos alternados, la
más largo rematado con estrellas de cinco puntas
La Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, cuya existencia consta en el año 1621, aunque
las Constituciones fueron aprobadas cincuenta años más tarde,
alzó el retablo en honor de su patrona frente al de Ánimas,
en la capilla que me la fuere el brazo sur del crucero,
con la intervención de los mismos retablistas descritos, que mantienen idénticos estilos y estructuras
así como parecida decoración claro-oscurista muy fluida.
La traza figura integrada cómo en el caso anterior, por base de madera de castaño,
a lo que se acopla la mesa, banco, cuerpo único y ático curvo, que cierra contra la bóveda
todo el retablo.
Tiene tres calles y dos entrecalles El centro del banco aparece ocupado por el sagrario con
puerta tallada en bajo relieve. Sobre él arranca el cuerpo central presidido por la talla de la Venir
equis, rica de formas y equilibrados movimientos, que porta entre sus brazos el Niño en
actitud de bendecir. Esta hermosa imagen procesional se cobija en la fornela de arco abo
cinado de medio punto, flanqueada por apoyos de pies rectos y estípites deliciosamente
talIados. El dilatado ático está centrado por una ventana cuadrangular de considerable
derrame y se adorna con menuda y exhuberante ornamentación vegetal.
Las dos calles
laterales son simétricas, en ellas se abren sendas fornelas semicirculares, asentadas sobre
bien tallados pedestales con grazosas cabezas de ángeles que sirven de soporte a las imágenes
de Santa Ana y Sano Xosé, padres de la Virgen.
La escultura de ambos retablos es excelente, acusando la madurez del Maestro Alonso de Castro
en el acabado y composición de la obra, calidades destacables nos expresivos rostros
y manos, suaves ruegues y fertilidad de recursos.
Realza el valor de los retablos a alta calidad de los dorados y policromados que se llevaron
a cabo durante el año 1753, quizás por artistas portugueses, habituales colaboradores del
Maestro, cuyas manos advertimos en los fondos de las fornelas y frontales de las mesas disteis
retablos, por sus pinturas muy coloristas, de variada temática floral.
Siguiendo una orden cronológica, diremos que apegados a los muros Norte y Sur del bra
zo mayor de la cruz, se levantan los altares dedicados al Sagrado Corazón de Xesús y nuestra
Señora del Carme, respectivamente, obras ejecutadas por el incluso autor anónimo
en madera de castaño, cara 1780. Completamente «rococós», se articulan de forma
sencilla: base, banco, un cuerpo y sobre la volada cornisa, el ático. Los dos divididos
en tres calles por estípites exentas, movidas y poco ornamentadas. Su decoración es
la base de rocallas, temas vegetales y veteado de mármoles muy del gusto de la época. La calidad
artística es mediocre y su imaginería antigua fue sustituida en grande parte
por otra más moderna de producción industrial.
Colaterales al arco triunfal se encuentran situados la derecha e izquierda, los pequeños retablos de Santa Lucía y San Bieito, respectivamente; posibles frutos de donaciones, ya que
desconocemos su autor. Pertenecen a la corriente «rococó-neoclásico» y debieron ser
elaborados en el primero cuarto del siglo XIX. Las imágenes de los Santos titulares, que portan
los atributos personales, se cobijan en fornelas de arcos trilobulados, flanqueadas
de altas columnas de estilo corintio, ligeramente adelantadas, sobre las que descansa el
arquitrabe, que precede en altura al coronamiento, de líneas recortadas y ondulantes que
imprimen gran verticalidad a los conjuntos. En las cajas centrales de los áticos, figuran las
tallas en bulto redondo de Sano Mauro, Abad y Sano Franco de Siena.
Canastro del pazo Abacial y iglesia de San Martiño
La sobriedad y pureza de líneas, contrasta con las policromías doradas y los marmolados
verdosos y rojos, postulados por la Academia.
Por último, cabe citar el altar mayor, que preside y decora la cabecera del presbiterio.
Según una inscripción pintada en el nervio central de la bóveda de la capilla, dice: «Si hizo y
pintó por cuenta de él Abad, Dr. Ceferino Antonio Iglesias y Lago. Cordero 1816». Lo tal abad,
nacido en la villa de Redondela, ejerció como Párroco de Barcia de Neblina, durante cuarenta
y cinco años y no es extraño que para la realización de esta obra había reclamado la intervención
de un artista paisano de aquella #pueblo, que dejó en el sur de Galicia y, de manera particular,
en la capital de la diócesis tudense, magníficas muestras de capacidad artística.
Retablo del altar mayor.
Su fachada neoclásica es admirable por su monumentalidad y calidad estética,
no pudiendo sustraerse a los influjos barrocos anteriores, subrayados intencionadamente
por el dorado de los finos motivos ornamentales: orlas, girnaldas, ménsulas, volutas y estilizada
decoración vegetal, a lo que sirve de contrapunto a fina policromía que imita
jaspes y mármoles de variado colorido y acertados veteados.
Lástima que se había perdido el encanto y unidad que proporcionaría la contemplación de sus esculturas originales, pues la excepción de dos, San Martiño y Sta. Bárbara, el resto
lo hallamos disperso por la iglesia.
La traza del retablo, en sentido ascendente, está integrada por pedestal, banco, cuerpo
principal y ático curvo, que cierra todo el conjunto. Verticalmente se divide en tres calles
-la del centro más larga- separadas por cuatro altas columnas de orden compuesta. Estos
elementos de soporte sustentan el pronunciado entablamiento, rematado en vistoso color
nixa, que es recta en las calles laterales y mixta en la del centro. Sobre aquella descansa el ático,
también de tres calles y tres fornelas, adornamentadas por mixtilineas molduras y cerca por
un florón de final.
En las calles laterales del cuerpo único van ubicadas simetricamente, en cajas, bajo doseis
recogidos, las imágenes de la Purísima y Sano Xosé, la derecha e izquierda, sobre altos men
sulones. La calle central se estructura, de arriba abajo, por sagrario -incrustado en tres pe
queñas gradas-expositor y camarín en el eje del altar para acoger la estatua del titular San Martiño,
obispo de Tours, vestido de pontifical, con la diestra bendiciendo.
DESCRIPCIÓN DE LA IGLESIA
Interior
A iglesia es de grandes dimensiones, realizada en su totalidad con muro doble de perro
tendría de granito fino colocada a hueso. La planta es de cruz latina, con el presbiterio muy largo,
casi de la misma longitud que la nave, del mismo largo que ella, pero de mucha mayor
altura, dimensión que destaca sobre todo en las perspectivas exteriores del templo. Tanto el
presbiterio, iniciado a finales del siglo XVII, como la nave, crucero y portada realizados a mediados
del s. XVIII, son obra de autores anónimos, aunque, desde luego, de la escuela
o inspirados en la obra del arquitecto Casas Novoa, sobre todo en el referente a la fachada del
Obradoiro de la catedral de Santiago de Compostela.
La iglesia tiene dos cuerpos añadidos: la sacristía, apegada al muro norte del presbiterio,
y la pequeña nave del baptisterio, en la planta baja de la torre, apegada al muro norte del
primer tramo.
La nave mayor se divide en tres tramos de longitudes diversas, separados por arcos
faixóns de directriz semicircular, todos ellos decorados en su intradorso por un festo
neado refundido.
Detalle de la pía bautismal del baptisterio.
Los tramos de planta rectangular formados por estos arcos faixóns cúbrense por medio
de un sistema de bóvedas de cruzaría y estrelladas, más propias del estilo renacentista
gallego del s.XVI que del estilo barroco compostelano que posee el resto del edificio.
El primer tramo tiene dos bóvedas superpostas, la de la cubierta y la de la tribuna, ambas de cruzaría,
con las nervaturas de perfil gótico.
La bóveda de la cubierta posee una grande clave circular rematada en su centro por
un curiosísimo pinxante de decoración vegetal que cuelga más de sesenta centímetros. La plementería es de grandes perpiaños.
La bóveda de tribuna es similar a la ubicada arriba de ella, aunque de directriz más plana,
apoyada en un >arco carpanelEl original dice, por error, “arco campanel”.
que se apoya en las pilastras que sirven de apoyo, a su vez,
al primero arco faixón. Este arco carpanel y las pilastras tienen como pilastras exteriores
sendos contrafuertes, bien trabados en el muro, aunque de factura posterior al resto de las
bóvedas y muros.
Las pilastras de todo el templo están decoradas con festoneado vertical refundido, rema
tadas en su parte superior por capiteles moldeados por dos listeles entre los que se sitúa
un cuarto de bocel; las basas de planta rectangular se rematan en un grueso toro. En este
primero tramo los capiteles fueron suprimidos, ya que coinciden en altura con el arco formeiro
carpanel de la tribuna, sobre lo que se apoya el arco directamente.
Las nervaturas de estas dos bóvedas superpuestas se apean sobre ménsulas empotradas
en los ángulos. La clave de la bóveda de la tribuna, también circular y decorada en bajorrelieve
con una media luna y una estrella, alusión directa a la entrada de la iglesia al Misterio de la Re
dención (noche-día, pecado-salvación).
Detalle del sol y la luna tallado en una de las claves de la nave.
El segundo tramo aparece cubierto por una bóveda de terceletes, de cinco claves y ple
mentería de perpiaños de grande longitud, apoyadas las nervaturas en cuatro ménsulas
empotradas en los ángulos de encuentro de los muros exteriores con las pilastras de apoyo de los
arcos faixóns. Las claves labradas en bajorrelieve y policromadas se decoran con cinco
personajes.
La clave central, circular y de mayores dimensiones que el resto, se decora con la figura
de San Martiño, con báculo y mitra, titular de la iglesia; las otras cuatro claves, también
circulares, representan los cuatro Santos Padres de la Iglesia: Sano Xerome, Sano Ambrosio, Sano
Gregorio y Sano Agustino.
En este segundo tramo de la iglesia se abren dos puertas, una en cada uno de los muros norte
y sur, alinteladas por sus caras exteriores y rematadas en arcos rebajados la caras
interiores. Por el exterior estas puertas se decoran con un chal rematado en orejeras
en los ángulos superiores y por el interior son lisas.
Dos pares de ventanas rectangulares, colocadas verticalmente y en posición simétrica,
se abren también en los dos muros norte y sur, de derrame interno, por sus cuatro lados.
En el primero tramo y a la altura de la tribuna se sitúa, en el muro sur, una pequeña ventana de características
similares a las descritas para las del segundo tramo.
El tercero tramo de la nave mayor es el cuerpo central del crucero, conformado a su vez por
tres tramos. El cuerpo central aparece cubierto con una bóveda de terceletes semejante
a la del segundo tramo de la nave, pero en este caso con nueve claves, ya que los nervios cru
ceros centrales se prolongan un poco hasta rematar en sendas claves.
Todas las claves circulares, decoradas en bajorrelieve con motivos vegetales, excepto la central, de mayores
dimensiones y decorado con un interesante tema: un escudo abacial –ya que tiene un capelo
con órdenes de borlas– y en el centro un blasón con cinco estrellas de ocho puntas; la estrella
central, de mayores dimensiones que las otras cuatro que la rodean. Este blasón se repite
en otros lugares de este conjunto monumental: en la clave de la bóveda de la sacristía y en la portada del pazo abacial. Las nervaturas, como en el resto de la iglesia, se apoyan en ménsulas
empotradas en los ángulos.
Este tramo que describimos, y con la dicen de formar el crucero, se prolonga al norte y al
sur en dos capillas a las que se accede por otros tantos arcos de medio punto, decora
de su intradorso por un núcleo central refundido, apoyados en pilastras con idéntica
decoración y cubiertas ambas capillas por bóveda de cañón de directriz semicircular,
que se apean sobre impuestas corridas moldeadas en perfil de talón.
De forma simétrica se sitúan dos ventanales rectangulares en los muros occidentales de estas capillas, de derra
me interno por sus cuatro lados, y otro ventanal de similar factura en el muro penitenciario de la
capilla del lado sur. En los testeros del crucero se sitúan dos retablos barrocos, de buena
factura y con interesantes imágenes del s. XVIII.
El presbiterio es de grandes dimensiones, de planta rectangular, cubierto por bóveda es
trellada de 5 claves y dos grandes ventanales de derrame interno en los muros norte y sur;
la plementería, como en el resto de las bóvedas, es de perpiaños de gran longitud,
nervaturas de perfil gótico descansando sobre ménsulas empotradas en los cuatro ángulos,
y claves –en este caso– elipsoides, con motivos vegetales y geométricos en bajorrelieve.
En el muro norte del presbiterio se abre una puerta con el chal moldeado y decorado
con orejeras superiores, de acceso a la sacristía, que es a su vez de planta rectangular,
cubierta con bóveda de cruzaría cuya clave circular se decora con el blasón abacial descrito
de las cinco estrellas.
Detalle de la bóveda nervada qeu cubre el prebisterio.
El gran retablo mayor, del s.XIX, con hermosas tallas, ocupa la totalidad del testeiro.
Destacan en el interior de la iglesia, por su fuerza expresiva y la ingenuidad de su ejecu
ción, las pinturas que decoran la totalidad de las nervaduras, las pilastras y el intradorso de todos
los arcos, decoración hecha la base de xaspeados, marmorados y motivos vegetales
en tonos grises, amarillentos y rojos, pinturas realizadas en su totalidad en el año
1804, segundo consta en los libros parroquiales.
Como mobiliario, sin contar los retablos que describiremos aparte, destaca en primero
lugar a hermosa pía bautismal, situada en una pequeña capilla apegada al muro norte
del primero tramo de la nave, que no es otra cosa que la planta baja de la torre, a la que se
accede por un arco de medio punto liso, la nave aparece cubierta por bóveda de cañón
corrida. La pila es de muy bella factura, del s.XVIII, policromada, decorada con dos órdenes
de óvalos, unos refundidos y otros no, rematada en cornisa decorada con motivos
geométricos, anillo en zig-zag con ovas.
ES también notable el púlpito, de copa decorada con óvalos, anillo a media altura de decora
ción vegetal, con base cuadrangular. La balaustrada es de madera torneada y policromada
y el tornavoz de planta octogonal de madera tajada y también policromada.
Exterior
En el exterior destaca la fachada occidental con su grande portada.
La puerta, rectangular, de lintel adobado con su clave decorada con motivos vegetales y chal moldeado y decorado con dobles orejeras, superiores e inferiores.
A ambos lados de la puerta y con el objeto de soportar el arquitrabe y el frontón partido que
se sitúa arriba, se construyeron dos pilastras dobles, de grandes dimensiones, decoradas
con festón vertical refundido y núcleo labrado a dos niveles, asentadas en altas bases
de alzado rectangular rematados por bases toscanas, cuyo toro se impuesta a ambos lados de la portada hasta conformar la base de las pilastras de ángulo de esta fa
chada occidental y que se sigue prolongando hasta conformar también la base de la gran
torre, apegada al muro norte de la iglesia.
Fachada oeste del templo.
Los capiteles moldeados que rematan las dos pilastras de la portada, sostienen un alquitra
be de cuatro bandas, listeis superpuestos, que a su vez soportan un grande friso mezcla
do con listel, gola y pingadeira, apoyo del frontón partido, con las mismas molduracións
y de directriz semicircular deprimida, que acoge en su centro una fornela con la imagen
de San Martiño, flanqueada por dos pilastras. De los tímpanos del frontón se yergue un
pináculo por lado, rematados en bolas.
Sobre la fornela de San Martiño, patrón de la iglesia, se abre un ventanal de xambas muy
molduradas y decoradas con orejeras, que sirve para dar luz al coro. Dos altas pilas
tras flanquean el ventanal, para recibir la ancha cornisa volada de final, la dos aguas
y con un tramo central horizontal, sobre lo que se apoya otra grande fornela con la imagen
de Santa Bárbara, con el castillo y la palma del martirio en sus manos. La fornela se remata
con otro frontón partido de directriz semicircular, cuyo centro acoge la cruz terminal de la
portada. Se sitúan a ambos lados de la fornela dos aletones de apoyo y dos pináculos
terminados en ananás.
La fachada occidental se remata nos extremos por grandes pilastras angulares, dobles,
de decoración refundida y rematadas por altos pináculos en forma de ananá.
Todo en la factura de esta bella portada, decoraciones, fornelas y pináculos, los recuerdan a la
catedral de Santiago de Compostela, sobre todo en su fachada occidental.
Detalle del San Martiño que ocupa la fornela situada en el frontón partido de la fachada.
Destacan también por el exterior a grande torre y los esbeltos pináculos rematados en bó
las, situados en todas las esquinas de la cubierta y en el centro de los paños. Las puertas laterales
lucen decoración de orejeras y los ventanales rectangulares son lisos. La gran cornisa
barroca lleva una gran moldura de pingadeira.
La torre-campanario, de influencia compostelana en cuanto a concepción y diseño, se sitúa
al norte de la fachada occidental, de planta cuadrangular, realizada como el resto de la igle
sia con perpiaños bien labrados colocados a hueso, y estructurada en tres cuerpos: caña o tambor,
campanil y capitel balconado.
La caña está dividida en tres tramos separados por dos impuestas de cincha; de ellas a más
alta aparece adornamentada con placas colgantes recortadas en semicírculo y ubicadas
en los ángulos.
El cuerpo de la torre o campanil se levanta sobre una grande cornisa barroca, también de planta
cuadrangular, decorado con un hueco por cada lado, rematados en arcos de medio
punto peraltados y lisos, que sirven como caja de resonancia de las campanas que se en-
cuentran en el interior. Estos huecos aparecen flanqueados por pilastras de base corta, fuste
de cajeado refundido y entablamiento toscano. Este cuerpo se rodea, como las torres
de la catedral compostelana, por una balconada perimetral constituida por balaústres de
perfil compuesto, pilastrones en los ángulos de núcleo refundido, baranda moldeada y tres
pináculos terminales por lado.
Detalle de la torre-camapanario
El último cuerpo de chapitel semiesférico está ornamentado por cuatro resaltes en ese (S) y un
pináculo central coronado por una bola que sustenta la veleta y la cruz de final.
Similar balconada perimetral a la que describimos completa este cuerpo alto de la torre.
PAZO ABACIAL
Este hermoso pazo que asienta sus antiguas raíces del lado de la iglesia parroquial de Barcia
de Neblina, conformado unidad con ella, conserva la tipología y el esquema estético
de la típica mansión señorial emplazada en medio campesino durante la época barroca.
De ahí las evidentes vinculaciones estilísticas con ese arte, cuyo principal foco en Galicia,
fue Compostela.
Vista aerea del pazo abacial
Equivocadamente se le atribuyen varios fundadores y múltiples destinos, como, por ejemplo,
monasterio, convento, hostal de peregrinos, etc. Más su construcción tuvo un
fin claro, iba a ser Pazo Abacial; pero al mismo tiempo, aglutinaría otras dependencias
secundarias dentro de una importante explotación agrícola al servicio del vecindario, tales
como molino, horno, lagar y ferrería. Hasta recursos defensivos contra los ladrones quedaron
previstos en su planificación, testimoniados por las troneiras existentes a ambos lados
de los portalones de las bodegas o en la garita de piedra de planta circular con mira, situada en el
ángulo de la fachada Norte. Un riesgo anecdótico fue la preocupación constante de los abades
por los ladrones, que habría de tener confirmación en 1838.
El pazo lo mandó construir, cara 1740, después de finalizadas las obras de la sacristía,
el abad, Dr. Don Alberto Barreyro y Bello, sucesor de su tío, Dr. Don Alberto Bello
Barreyro. Confirma esta aseveración, el célebre historiador Avila y la Cueva cuando al
hablar de Barcia de Neblina en su «Historia Civil y Eclesiástica de la Ciudad de Tuy y su
Obispado», dice: «Tiene una casa rectoral de lanas mejores de él Obispado cuya hizo desde
los cimientos cerca desde los mediados de él siglo XVIII él doctor Don Alberto Barreyro y
Bello, Abad de la misma...».
Este ilustre bienhechor «estuvo veintisiete corderos al frente de la feligresía que lo vio nacer,
desarrollando asta su muerte, ocurrida de repente, él 15 de octubre de 1761, infatigable
labor en pro de Barcia de Neblina. Murió sin testamentar, habiendo dejado de su puño y letra una
manda “para de los mil misas, que se dirán repartidas entre la Parroquia y Conventos de costumbre».
No se tiene noticia alguna de los artistas creadores ni del costo de esta obra maestra, pues
nunca existió Libro de Fábrica. Los gastos eran repartidos entre todo el vecindario. ¿Afectó a la documentación pacega el incendio sufrido en el año 1890?.
La ostentosa casona impresiona por el contraste que presenta la severidad de los sólidos
muros graníticos exteriores con la suntuosidad decorativa de la portada principal, que a modo
de arco triunfal sirve de acceso al pazo.
Centrada en el arquitrabe alintelado de esa portada aparece una cartela en la que se inscribe
el año de final de la obra, 1752. Y arriba, sobre volada repisa, ornamentada con profusas y estilizadas
frondas, la piedra de armas de los «Bellos» de Barcia de Neblina, sin apelo ni
borlas de abad.
Remata la portada con la estatua de Atlas en bulto redondo, flanqueado por dos pináculos
de bola por lado, rematados mediante ananás. Sin duda se quiso perpetuar el esfuerzo
supremo que hubo de soportar el pueblo unido de Barcia de Neblina para conseguir tan
extraordinario conjunto histórico-artístico.
Exterior
Se trata de un hermoso edificio paciego de mediados del siglo XVIII (el año 1752 figura en la portada)
de planta rectangular con patio interior, y un cuerpo cuadrangular añadido con
posterioridad por su lado norte, dedicado a molino y horno, que le confiere al conjunto
actualmente una planta en forma de L.
Todo el edificio está construido con excelentes perpiaños de grano fino colocados sin
argamasa. Los muros de grande grosor se yerguen sobre un rebanco que se hace doble
en la fachada oeste. Grande cornisa y ventanales divididos por trabatel, elementos típicos
del estilo barroco gallego. La cornisa se moldea en dos cuerpos superpuestos, el superior
compuesto por listel-gola-listel, gruesa pingadela separadora, y el cuerpo inferior moldeado
en listel-media caña-listel.
Una gruesa impuesta tórica recurre toda la parte superior de los muros, bajo la cornisa, rodeando la algunas ventanas del lado sur a modo de alfiz; en el resto, sirve de tornalluvias.
En la fachada norte destaca un airoso balcón, ya que por su localización no se puede
denominar solana, soportado en su #planta terreno por cuatro columnas con bases cuadrangulares y capiteles pseudodóricos y otras tantas de sección poligonal en el piso alto,
apoyadas en altas basas cuadrangulares decoradas con placas. Han desaparecido los
balaústres, pero se conserva el pasamanos, que es moldeado.
El cuerpo del molino apegado al pazo, que se localiza en este lado norte, consta de tres
plantas: la baja, dedicada únicamente a albergar bajo una bóveda pétrea las aspas
y maquinaria del molino; la primera planta, dedicada al molino propiamente dicho, en una
estancia comunicada con la gran cocina (donde además de las muelas hay dos nos fuere y la entrada
a un cuerpo cilíndrico de guardia); y el piso alto, posible dormitorio de la servidumbre,
con su estructura del piso de madera, hoy derribada.
Este cuerpo cilíndrico situado en el ángulo de encuentro del cuerpo central con el cuerpo del molino;
sirvió posiblemente como letrina durante un tiempo y se remata con chapitel y pináculo
con bola, disponiendo de una mira en arquera con derrame interno.
La fachada oriental es la más simple, sin huecos, y con el piso bajo convertido en semisoto la causa
del desnivel del terreno.
La fachada occidental posee siete ventanales en el piso alto, con el trabatel barroco, uno de ellos tiene además un tornalluvias volado. En el piso bajo se abre, en el centro de la fachada, la puerta de
entrada a la bodega, a la que se accede por medio de tres escalones de piedra, con una arquera la
cada lado.
La fachada sur es la más rica, ya que se decora con la portada principal. Tiene siete ventanas,
cuatro de ellas situadas a un nivel más alto, por lo que la impuesta tórica se ve obligada a rodear su parte superior, sirviéndole de tornalluvias. Estas ventanas no tienen trabatel.
La portada es de riquísima decoración, con puerta rectangular de dos hojas, chal
decorado y de lintel adobado, decorado el conjunto con un frontón partido, frondosamente
decorado, de trayectoria de arco deprimido.
El chal de la puerta es muy moldeado, de dobles orejeras superiores e inferiores. La clave
decorada con una grande flor tetrapétala, coronada por una bacaladilla estilizado y, en su centro, una concha de vieira. (Posible simbología: la flor representaría la Cruz; la bacaladilla,
María; la concha de vieira, la Resurrección del Señor).
A ambos lados de esta puerta se sitúan dos pilastras de alto basamento, sobre las que se
yerguen basas de perfil ático (toro-escocia-toro). El fuste de las pilastras presentan un festón
vertical refundido con su núcleo central moldeado. Estas pilastras se decoran a modo
de contrafuertes laterales, con un doble gusanillo por cada lado, decorando su frente con
botones, como recurso ornamental muy estilizado que confiere grande riqueza ornamental
aparte baja de la fachada.
Sobre los capiteles decorados con molduras superpuestas, listeles y cuartos de bocel decorados con ovas, se sitúa un arquitrabe de cuatro planos superpuestos sobre los que –en un
gran festón decorado con cuatro losanges también de planos superpuestos y dos florones
situados justo enzima de las pilastras– se sitúa la grande cornisa, muy volada y polimoldeada, sobre la que se levanta el frontón partido, de directriz de arco deprimido.
En el centro de los cuatro losanges encontramos una cartela rectangular, con decoración vegetal
en la que se lee, en números romanos, la fecha MDCCLII.
En los tímpanos del frontón se sitúan unas grandes figuras de un óvalo por cada lado, muy
salientes, a modo de gárgolas, con el pico abierto, las cabezas coronadas, y las asas a medio
desplegar; en actitud de cuanto, (¿símbolo de la Resurrección?), motivo que constituye
una llamativa decoración
Los autores no repararon en que la ave coronada que figura en el escudo nobiliario de la Casa del Souto, posible
residencia del párroco Alberto Bello, tío del promotor del Pazo Abacial, podría estar en la base de la utilización de este
motivo zooformo en la fachada.
.
Detalle de una de las aves coronadas en la fachada del pazo.
El plano del centro del frontón aparece decorado con multitud de motivos, en la parte infe
rior seis figuras de planta cuadrangular y el resto motivos vegetales.
En el centro y enzima del frontón vemos el grande escudo abacial, que ya describimos,
con las cinco estrellas, rodeado de profusa decoración vegetal.
El final se realiza por medio de una cornisa mixtilínea, muy partida, decorada por cuatro
pináculos y un quinto central más alto, coronado por una imagen, ápice de esta grande
portada.
Esta figura representa a AtlasEn la mitología clásica Atlas es hermano de Prometeo, Epimeteo y Menencio y padre de las Hespérides.
Sus hijas eran Las Híades, Calipso, Maya y las Pléyades. Atlas fue el caudillo de los Titanes en la Titanomaquia y cuando fueron derrotados
por los dioses olímpicos, fue castigado por Zeus a sostener el cielo sobre sus costas. “Con su ayuda, Heracles
pudo completar su undécimo trabajo, ya que Atlas marchó al jardín de las Hespérides la por tres manzanas doy
radas, dejando al héroe mientras tanto con el mundo a cuestas. Cuando Atlas volvió con las manzanas, pretendía llevárselas
él incluso a Euristeo, pero Heracles le pidió que lo había sustituido mientras él se colocaba una almohadón para aliviar
el peso del orbe. Al acceder el titán, Heracles escapó corriendo de allí.” (De la Plaza Escudero, Martínez Murillo y Vaquero
Ibarra. Cuadernos de arte Cátedra. 2016)
condenado por el dios JúpiterEn la mitología griega, donde ya que existía el mito de Atlas, el dios Júpiter recibe el nombre de Zeus.
a sostener el globo celeste
perpetuamente sobre sus hombros, otro motivo de decoración barroca muy compostelano. Esta figura está realizada en bulto redondo, muy lisa; parece como se su autor
fuera otro distinto y menos experimentado que el autor o autores de la parte inferior.
Los cuatro pináculos laterales, rematados en ananás, muy altos y reforzados con siete anillos
de diversa decoración.
Se trata, sin lugar a dudas, de una de las más hermosas portadas pacegas del barroco
gallego.
Detalle de Atlas flanqueado por pináculos y detrás, la chimenea
Del interior del pazo destaca su hermoso patio desde lo que se accede a las dependencias interiores por cuatro puertas distintas, una de ellas por medio de un hermoso patín gallego.
La cocina, comunicada con el cuerpo del molino, conserva a más amplia y monumental de los
típicos lares. Se trata de una habitación independiente, dentro de la cocina, ya que tiene
muros de cierre laterales y puerta de entrada; la campana, sostenida por gruesas columnas de bases
y capiteles pseudodóricas.
Las salas y otras dependencias están convertidas, en la actualidad, en enormes salones
(dos) con numerosos ventanales.
Escaleras intramuros dan acceso al piso bajo, donde se conserva la bodega con sus
aditamentos, las cortes, herrería, etc.
En el exterior se conserva también un hórreo pétreo de cuatro claros
Es muy llamativo el gran final exterior del lar, chimenea cilíndrica, reforzada por
multitud de anillos y rematada por pináculos con ananá, similares a los de la portada.
Son de destacar también en este conjunto y por el exterior las hermosas escaleras de acceso
a la iglesia, con petril y pasamáns muy decorados; la escalera de acceso al campanario y el
pequeño adro de acceso a la portada del pazo, con cierre de piedra y bancos a ambos lados,
con dos finales en «monfortino» a ambos lados de las puertas.
Detalle de la chimenea del pazo